La ciudad comienza a despertar de su letargo. El verano queda atrás y las calles se llenan de gente. Los coches bañan las carreteras formando una inmensa alfombra de color a vista de pájaro. Todo bulle, la ciudad retoma su ritmo. Su vertiginoso ritmo para ser exactos. Ese ambiente frenético del que casi todos nos quejamos, pero que nos tiene enganchados.
Para la mayoría; las vacaciones son parte ya de una etapa pasada. Ni siquiera los ecos de las pieles bronceadas y tostadas por el sol nos hacen la adaptación más liviana. Porque Madrid es así. Abrupta, incontenible y llena de vida. Esta misma mañana de camino al trabajo lo pensaba. Cómo a muchos nos gusta la ciudad. Cómo todo el mundo se agolpa a la puertas de los transportes, acude en masa a sus empresas y busca su camino. Así cada mañana. Todo coreografiado, sincronizado como si de un flash mob se tratase. Ligero, fluido, normalmente sereno. Cada uno a lo suyo, inmerso en sus problemas y en sus quehaceres diarios. Con la cabeza pegada al móvil, respondiendo algún correo electrónico o canturreando la banda sonora de esa mañana. (más…)